lunes, 28 de noviembre de 2011
La naranja y el ateo
Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio, y después de haber
finalizado su discurso, invitó a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a
la plataforma. Después de unos momentos un hombre que había sido bien
conocido en la localidad por su afición a las bebidas embriagantes, pero que
había sido salvo recientemente, aceptó la invitación, y sacando una naranja del
bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El conferencista le pidió que hiciera la pregunta; pero el hombre continuó
imperturbable pelando la naranja, al término de lo cual, se la comió. Cuando
terminó de comérsela se volvió al conferencista y le preguntó:
—¿Estaba dulce o agria?
—No me pregunte tonterías— respondió el orador con señales evidentes de
enojo—. ¿Cómo puedo saber el gusto si no la he probado?
El borracho convertido respondió entonces:
—Y ¿Cómo puede usted saber algo de Cristo si nunca lo ha probado?
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