martes, 20 de septiembre de 2011

Diferentes a los demas




Un cristiano está llamado a brillar y a ser luz entre todos los demás.

La cultura del mundo es un plan ya establecido por el enemigo de nuestras almas para desviarnos y perdernos. En la medida que el mundo y sus pasiones estén arraigados en el alma de una persona, esta se verá envuelta en las redes del diablo y le será muy difícil escapar.

La palabra dice que antes, cuando andábamos conforme a la “corriente de este mundo”, éramos muertos, y El nos dio vida.

Ef 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
Ef 2:2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.

Este mismo versículo afirma que el seguir la corriente de este mundo es andar conforme a lo que el diablo quiere, esto es en desobediencia.

El apóstol Pablo nos exhorta a ser radicales.

Col 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Col 3:6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
Col 3:7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

Ya no vivimos más en desobediencia. El ser diferentes es “matar” los deseos de la carne, los cuales nos hacen pecar y nos alejan de Dios. Consentir los deseos de la carne y dejarme llevar por ellos es abiertamente una desobediencia a Dios.

No podemos ser luz, si la luz de Dios no brilla en nosotros. El evangelio nos dice que “somos la luz de este mundo”. La luz no brillara en nosotros si no decidimos ser diferentes. Diferentes para Cristo, de forma que nuestro actuar, nuestro hablar y nuestro testimonio sean ejemplo a los demás.

1Ti 4:12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

No tengo duda al afirmar que todo cristiano debe cambiar cada día un poco más. Aquel que ama, sirve y testifica a Jesucristo, es sin duda diferente a todos los demás.

Nuestra meta, es ser cada día como Jesús fue, y El es nuestro ejemplo. Recordemos que nunca ha habido nadie que haya impactado tanto al mundo como lo ha hecho nuestro Señor. El fue diferente a los demás. Hagamos nosotros lo mismo.

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