Un cristiano está llamado a brillar y a ser luz entre
todos los demás.
La cultura del mundo es un plan ya establecido por el
enemigo de nuestras almas para desviarnos y perdernos. En la medida que el
mundo y sus pasiones estén arraigados en el alma de una persona, esta se verá
envuelta en las redes del diablo y le será muy difícil escapar.
La palabra dice que antes, cuando andábamos conforme a la
“corriente de este mundo”, éramos muertos, y El nos dio vida.
Ef 2:1
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados,
Ef 2:2
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los
hijos de desobediencia.
Este mismo versículo afirma que el seguir la corriente de
este mundo es andar conforme a lo que el diablo quiere, esto es en
desobediencia.
El apóstol Pablo nos exhorta a ser radicales.
Col
3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Col
3:6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
Col
3:7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en
ellas.
Ya no vivimos más en desobediencia. El ser diferentes es “matar”
los deseos de la carne, los cuales nos hacen pecar y nos alejan de Dios.
Consentir los deseos de la carne y dejarme llevar por ellos es abiertamente una
desobediencia a Dios.
No podemos ser luz, si la luz de Dios no brilla en
nosotros. El evangelio nos dice que “somos la luz de este mundo”. La luz no
brillara en nosotros si no decidimos ser diferentes. Diferentes para Cristo, de
forma que nuestro actuar, nuestro hablar y nuestro testimonio sean ejemplo a
los demás.
1Ti
4:12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en
palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
No tengo duda al afirmar que todo cristiano debe cambiar
cada día un poco más. Aquel que ama, sirve y testifica a Jesucristo, es sin
duda diferente a todos los demás.
Nuestra meta, es ser cada día como Jesús fue, y El es
nuestro ejemplo. Recordemos que nunca ha habido nadie que haya impactado tanto
al mundo como lo ha hecho nuestro Señor. El fue diferente a los demás. Hagamos nosotros
lo mismo.
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