Es importante que como hijos de Dios estemos siempre en la disposición de examinar nuestras propias vidas y ser capaces de corregir aquellas cosas que afectan negativamente nuestra relación con Dios y con los demás.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Un mirada hacia el interior
lunes, 1 de diciembre de 2008
Un encuentro
Un encuentro definitivo. Dice Gen 32:30 “Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”.
Un encuentro con Dios cambia la vida. La liberación del alma de Jacob tuvo efectos trascendentales en su vida. De hecho hasta su nombre fue cambiado, paso de ser un suplantador, un engañador, a ser príncipe y alguien que lucha con Dios.
En hebreo, Peniel significa “rostro de Dios”. Cuando nos encontramos con el Señor, logramos “ver” su rostro. Es decir, sus ojos, su boca, sus oídos, su aliento, están sobre mí.
Entiéndase que al encontrarnos con Jesús, el no nos quita la mirada de encima. Somos objeto de su mirada. El nos ve y su presencia esta permanentemente sobre nosotros.
Su boca y su palabra están ahí siempre para infundirnos aliento y esperanza. La fe viene por el oír la Palabra que sale de su boca.
Sus oídos están inclinados hacia nosotros para escuchar nuestras suplicas y nuestras oraciones, nuestro clamor. El siempre esta presto a escuchar la voz de sus hijos.
Su aliento, su Espíritu de vida nos acompaña siempre. El ayudador, el consolador esta siempre con nosotros. El Espíritu Santo es el que nos” ayuda” a ser cristianos. Necesitamos al Señor y a su Espíritu para poder caminar en su presencia y vivir la vida cristiana.
Un encuentro con Dios cambia la vida.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Un huésped de lujo
Efesios 3:17 dice “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”.
Este versículo nos habla de 3 aspectos sumamente importantes: un huésped (Cristo), una habitación (mi corazón) y la razón o medio por la cual este huésped habita (la fe).
Para que Cristo pueda habitar en mi corazón, debo de sacar de él todo aquello que estorbe a este huésped de lujo que desea morar en mí. Pero que debo de sacar?
Debo de sacar todo aquello que no es de Cristo, la idolatría, el egocentrismo (el yo), el pecado en todas sus formas, la cosas del mundo. Jesús es el único camino y no necesitamos a nadie más que a Él. Jn 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. El Señor Jesús es nuestra fuente de vida, paz y santidad.
La habitación que Cristo desea habitar es mi corazón. El corazón del hombre es el centro de sus sentimientos, pensamientos y decisiones. Entonces, no es, según lo anterior, lo mejor de nuestra vida, de que Jesús habite y gobierne nuestro corazón? Nuestro deseo debe de ser tener a Cristo en nosotros. Col 1:27 afirma “que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”
Para que Cristo entre en mi corazón, yo debo de confesarlo con mi boca y creerlo en mi corazón (Rom 10:9-10). Ser salvo es, de hecho, que Cristo habite en mi corazón, y permanecer salvo está relacionado con el hecho de que Cristo permanezca en mi corazón como mi Señor y Salvador. En otras Palabras, que habite dentro de mí, en mi corazón, para que todos mis sentimientos, pensamientos y decisiones estén sujetos a Cristo y a su voluntad.
Ahora bien, la fe, ingrediente principal que pongo YO, es el medio por el cual Cristo habita en mi corazón. Recordemos que por la fe recibimos salvación (justificación en Cristo), por la fe Jesús es hecho Señor de mi vida, mediante la fe obediente, Cristo permanece en la morada de nuestro corazón. Mediante de la fe somos hecho hijos de Dios (Jn 1:12)
Heb 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”
La fe agrada a Dios. No le vemos, pero le creemos. No le vemos, pero le servimos. No le vemos, pero le adoramos. El es nuestro Dios, invisible, poderoso, eterno, y creer en Él es el ingrediente principal que a Él le agrada y el medio por el que habita en nosotros.
Es un huésped de lujo el que desea habitar en nosotros. Es Jesús el Señor. No le rechacemos. EL desea habitar en mi corazón, en todo mi corazón. No en parte. En todo mi corazón. Sin reservas. Saquemos todo aquello que no agrada a Dios, revisemos bien hasta el último rincón de nuestros corazones, y desalojemos lo indeseable, lo malo, lo viejo, lo podrido, y dejemos que Cristo gobierne y reine todo nuestro corazón.
martes, 11 de noviembre de 2008
Más que vencedores
El vivir para Cristo, sirviéndole y obedeciendo Su Palabra, es una garantía que nos hace y declara más que vencedores.
Rom 8:28 declara:”Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Levantemos las manos!!
Bíblicamente, levantar las manos es sinónimo de alabanza, rendición, clamor y disposición de “corazón” a darlo todo y recibirlo todo de parte de Dios.
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